No sólo los jóvenes y adolescentes tienen la presión social de cumplir con las expectativas de su entorno, también los adultos cuando tienen la posibilidad de revaluar su vida y toman decisiones que consideran pertinentes para redirigirla, pueden entonces cumplir con sus propias expectativas. 

El elegir una carrera profesional es una decisión que se sobredimensiona, tiene esta impresión de ser una decisión trascendental que definirá toda la vida de la persona; la verdad, no es así. Y eso es posible dilucidarlo cuando en una segunda vuelta, uno se da cuenta que puede estudiar más de una carrera, o reinventarse en el camino. La vida enseña que las ansiedades primeras, que todas esas creencias, están erradas. Son creencias limitantes que todo jóven tiene, que provoca gran frustración. Es importante que a una temprana edad, entendamos que siempre hay posibilidad de volver a intentar y volver a empezar de nuevo lo que nos propongamos, sea un proyecto, un sueño o una carrera profesional, pero ese secreto no nos lo dice nadie, cada uno lo aprende al recorrer su camino. La elección correcta de una carrera que nos complazca, dependerá de cuán claro tenemos nuestras ideas respecto a lo que deseamos en el futuro, dicha claridad y seguridad es muy difícil tenerla a temprana edad, e incluso en el transcurso de la vida nuestros planes pueden cambiar y todo plan de acción nuevo es válido. Es importante que siendo jóvenes comprendamos lo valioso de tener un plan y aún más significante que dicho plan puede cambiar y reinventarse constantemente, siempre y cuando tengamos clarida del objetivo que se persigue.